domingo, abril 28, 2013

Carta de Ada Colau al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy



Señor Mariano Rajoy. Señores diputados y diputadas del PP, miembros del Gobierno de España. Les escribe Ada Colau, pero esta vez no como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), sino como una ciudadana cualquiera. Estos últimos días han sido intensos. La señora delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y otros miembros del Gobierno y de su partido, así como algunos medios de comunicación, han lanzado graves acusaciones contra mi persona. Se han dicho muchas mentiras o medias verdades deformadas: que si era filoterrorista, que si era simpatizante de no sé qué, que si estaba condenada en juicios inexistentes, que si era antisistema por acciones pacíficas varias, que si estaba subvencionada con millones de euros... Es igual. Los abogados me dicen que debo denunciar, y en algunos casos graves lo haré, pero no vale la pena perder tiempo respondiendo a la difamación. Sin embargo, se han acumulado algunos malentendidos de fondo que creo oportuno aclarar. En primer lugar, ustedes no han entendido el movimiento de la PAH. Dejen que les cuente. La PAH es un movimiento ciudadano en el que participan miles de personas, la mayoría afectadas, algunas otras solidarias, todas movilizadas por la defensa del derecho a la vivienda. Es un movimiento apartidista, muy plural y transversal, en el que personas muy distintas hemos coincidido movidas por la indignación frente al abuso de las entidades financieras y la complicidad que éstas han encontrado tanto en su Gobierno como en el anterior. Por ello les digo que sus acusaciones de que el PSOE mueve los hilos de la PAH son ridículas y demuestran un desconocimiento de la realidad preocupante. Deberían venir a nuestras reuniones y comprobarlo. En ellas encontrarán votantes de todos los partidos y abstencionistas; clases medias y bajas; inmigrantes y autóctonos; jóvenes y mayores... Vamos, la ciudadanía en general.
En segundo lugar, la PAH no tiene ni necesita lideresas. Parece que ustedes se han empecinado en buscar cabecillas a los que poder decapitar, como forma rápida de acabar con una protesta que a las entidades financieras, y ahora parece que también a ustedes, les resulta molesta. Yo no soy nadie importante ni especialmente brillante.
Soy en estos instantes una portavoz, pero como yo hay miles de personas tanto o más implicadas. Ésa es la fuerza del colectivo: somos un movimiento profundamente democrático, que apuesta por la descentralización y el protagonismo de todas y cada una de las personas que en él participan. Ése es uno de los ingredientes secretos que explican que en los momentos más difíciles las personas saquen lo mejor de sí mismas. El empoderamiento y la solidaridad nos hacen imparables.
Y, finalmente, hablemos de los escraches. Les molesta que podamos ir a protestar frente a su casa. Lo entiendo. A mí tampoco me gustaría. Pero si alguna vez hubieran acudido a un desahucio, entenderían que se trata de algo infinitamente más molesto. Hay miles de personas en una situación límite, en la calle y con deudas, en paro, sin tener qué comer... Y todo ello a pesar de que
viven rodeadas de abundancia. Miles de familias viven en la calle en el país de Europa que más viviendas vacías acumula.
Pasan hambre en un Estado que permite que cada día se tiren toneladas de alimentos en buenas condiciones. Y ustedes gobiernan ese país, por lo que no debería sorprenderles que esas familias llamen a su puerta después de haber intentado en vano llamar su atención.
Este movimiento, absolutamente ejemplar, ha agotado todas las vías que la insuficiente democracia española ofrecía: durante más de cuatro años hemos intentado negociar con las entidades financieras, hemos hablado con los partidos políticos, con servicios sociales, ayuntamientos... Hemos puesto recursos en los juzgados y hemos recogido como hormiguitas casi un millón y medio de firmas. Pero nada, el Partido Popular no se ha movido ni un milímetro y anuncia que rechazará las medidas de la Iniciativa Legislativa Popular.
Qué casualidad. Justo en el momento en que la PAH cuenta con más apoyo social (entre el 80 por ciento y el 90 por ciento, según todas las encuestas). Cuando ya se han entre-gado el millón y medio de firmas de la ILP. Cuando la presión social les ha obligado a admitir a trámite esa ILP que no pensaban ni debatir. Cuando llega una sentencia europea que da la razón a las personas afectadas y dice que las miles de ejecuciones hipotecarias y desahucios que se han producido los últimos años en España son ilegales. Justo en este momento, cuando parecería que ya nada más puede retrasar la necesaria reforma legislativa, ustedes nos salen con una campaña de criminalización como única respuesta. En lugar de escuchar el clamor popular, intentan generar confusión llegando a comparar nuestras acciones pacíficas con el terrorismo de ETA o la Alemania nazi. Hay que ser mala gente para decir algo así. Recuerden que en este tema de los desahucios de momento los únicos domicilios violados y los únicos muertos los ha puesto la población. No sus señorías, que hasta la fecha se han limitado a mirar desde lejos, y desde la comodidad, un drama que podrían haber evitado si hubieran actuado donde les compete, en el Congreso. Por supuesto que la ciudadanía no es tonta y en seguida ha visto que en toda esta campaña de difamación no se buscaba más que hacer ruido para desviar la atención. De modo que no les va a funcionar. La realidad es tozuda y miles de personas estafadas y desahuciadas no van a desaparecer por mucho que su Gobierno las ignore.
Dejen que termine usando el paralelismo con la Alemania nazi al que ustedes recurren con tanta ligereza. Si bien la gravedad no es comparable, en ambos casos estamos hablando de situaciones de vulneraciones sistemáticas de derechos humanos. En España, afortunadamente, no estamos frente a campos de concentración, deportaciones ni asesinatos masivos. Pero sí tenemos violentos desalojos y miles de personas empobrecidas que ven comprometidas sus necesidades básicas, y condenadas de por vida a la exclusión social y la economía sumergida. Y todo para mantener los privilegios y los beneficios astronómicos de las élites financieras.
Décadas después del nazismo, la sociedad alemana aún no se ha perdonado a sí misma el no haber sabido reaccionar a tiempo para evitar la barbarie. Pues bien, en España miles de ciudadanas y ciudadanos hemos decidido que en el futuro queremos poder mirarnos al espejo. Una democracia que permite la vulneración sistemática de derechos humanos, e incluso la promueve, no es democracia, por mucho que se vote cada cuatro años. Democracia será cuando el interés general se anteponga a los dictados de los mercados. Cuando nada sea más importante que la vida y la dignidad de las personas.
Señor presidente, nunca es tarde para rectificar. No teman los escraches, no teman a la población. Bajen a la calle y hablen con la gente. Hagan justicia y detengan los desahucios. Hay vidas en juego que no pueden esperar más.
Barcelona, 8 de abril de 2013
— con ADA COLAU

domingo, abril 21, 2013

Sóc el bon pastor


MÉS OLOR D'OVELLES. I OLOR D'ENCENS


El nou bisbe de Roma, Francesc, ens sorprèn amb metàfores i paraules que surten del perfeccionisme al que estàvem acostumats. L’altre dia parlant a capellans (i bisbes?) va dir que, si eren pastors, havien de fer “olor d’ovelles”.

I quina és actualment l’olor d’ovelles? Per una banda saber escoltar els abatuts que, cansats de cercar feina, han desistit pensant que és una tasca impossible per a ells. No sols no troben feina, sinó que saben que els tocarà una minsa jubilació per no haver cotitzat els darrers vint o trenta anys. Sentir l’olor és compadir-se d’aquesta gent enganyada, perquè es van hipotecar amb un pis que ara, sense treball, no el poden pagar i veuen que perdran pis i diners, perquè probablement hauran de continuar pagant.

També és olor d’ovelles compadir-se dels milers i milers de soldats perfectament organitzats de Corea del Nord que ja han perdut la capacitat de prendre cap decisió pel seu compte i saben que els altres familiars seus no tenen ni el més mínim per menjar.

En el nostre país els creients ens trobem immersos en un ambient (dic ambient, no pas lluita) en què parlar del Déu que estimem no troba cap mena d’eco i sobre tot no interessa a una part important de la població. Som també ovelles en el desert que, al mateix temps, tenim l’obligació d’estimar tots els altres, fins i tots els que ens menyspreen.

I també qui havia de dir que, a casa nostra, tantes famílies haurien d’acudir a institucions de caritat a cercar menjar (no els arriba ni per menjar)? Una felicitació a tots els que se’n preocupen. Es posen en la pell de les ovelles més febles del ramat.

En canvi massa sovint, quan escoltem alguns programes religiosos (no tots, naturalment) ens adonem que fan olor d’encens, allunyats de la realitat que ens toca viure. No només per les celebracions en què es parla d’un Déu Totpoderós que sembla que no s’adona de les afliccions del poble, sinó també perquè el llenguatge moralitzador (amb el qual es renya la gent pel que fa) recorda més un Déu Jutge que un Déu Pare. Es l’olor d’encens.

El Déu de Jesucrist l’empenyia a trobar, en el seu temps, l’olor de les ovelles, i això es palesava quan es posava al costat dels que sofrien, fos qui fos qui patís. Jesús feia olor d’ovella quan no li importava fer-se amic d’un publicà que recaptava impostos per a l’odiat emperador (Mc 2,13-17), o s’aturava davant d’una vídua que tothom veia com castigada per Déu en perdre el seu únic fill (Lc 7,11-16). Aquest Jesús es compadia d’un centurió romà que era el més eximi representant dels dominadors, quan aquest home, entristit, li suplicava pel criat malalt (Mt 85-13) i Jesús es lamentava d’un paralitzat que des de feia trenta-vuit anys estava postrat al costat d’un estany a la Porta de les Ovelles de Jerusalem. Aquest darrer devia fer olor d’ovella de veritat perquè, si estava a “la porta de les ovelles” el terra estaria ple de cagallons (Jn 5,1-8).

Quan Jesús va fer aquesta opció sabia que es quedaria sol perquè la gent, a la curta, s’interessa més per qui mana i posa ordre a la societat que no pas per qui es posa al costat dels indigents.

Jesús va fer una opció clara i definida.

Els que el volem seguir hauríem d’intentar caminar pel mateix camí i reconèixer que massa sovint ens hem equivocat fent només olor d’encens.

Josep ESCÓS i SARSANEDAS, 14 d'abril de 2013

lunes, abril 01, 2013

"El primer dia de la setmana..." (Jo.20,1)



- Costa de saber què faré el "primer dia de la semana...". Deu ser l'edat...
- Però és que hi ha tantes coses, tants esdeveniments, tantes persones, tantes realitats al meu voltant... - I després hi ha el segon, el tercer..etc. dies de la setmana...

Potser fora interessant, la setmana vinent, de veure què ha passat a l'anterior.
- Quins justificants he tingut en la meva vida i actuació.Quina esperança,quina confiança, en els altres...
- Gràcies a les xarxes socials m'assebento d'allò que passa al món mundial. I quedo esperverat i parat. També m'adono que puc fer alguna coseta, però no la faig.
Penso, demà ja decidiré. En el fons, això de que Déu està enmig nostre, en cada persona, en cada esdeveniment, en cada alegría, en cada tristesa i jo m'hi trobo entremig....no ho veig gaire clar i ja em va bé de no aclarar-ho gaire, perquè aleshores, la feina seria massa feixuga i no podría...

Però, al cap i a la fi, la Resurrecció, què és si dic que sóc creient...?
A veure si la setmana vinent m'adono que no he trobat, ni vist a Jesús al meu voltant i no només en la liturgia i en la comunitat creient...